martes, 16 de octubre de 2012

Estereotipos y Psicología

En un país azotado por la violencia, la opresión y la explotación, resulta normal encontrarse con personas necesitadas de orientación y apoyo.

Lo irónico es que, a sabiendas de que hay desajustes emocionales; el grueso de la población se resiste a buscar asesoría y apoyo, en los lugares en los cuales se puede obtener, y mejorar la calidad de vida personal.

Lo anterior no es debido precisamente a carencias de índole económicas, sino, más bien a la resistencia que se tiene hacia la "consejería"; y por qué no decirlo, a la psicoterapia.

En la sociedad guatemalteca, mayormente para los legos, el acudir en busca de atención psicoterapéutica equivale a "admitir" que se tiene problemas graves, particularmente que la persona "está loca"; de ahí el uso de expresiones como "Ir al loquero", "la psicología vuelve locas a las personas", "la psicoterapia es para locos", "No estoy loco para ir al psicólogo", etc.

Me atrevo a decir que, lo anterior se debe a que el grueso de la población ignora el rol específico de un psicólogo, sea éste general, clínico, industrial, social, etc.; y resulta confundiendo a un psicólogo con un psiquiatra, el cual si está facultado para tratar a personas gravemente trastornadas, conocidas en el argot popular como "locos y locas".

Ante este panorama, quienes nos dedicamos a la Psicología Clínica, procuramos en todo momento, hacer notar a quienes en algún momento tienen un intercambio verbal con nosotros, las diferencias en cuanto al rol que un psicólogo y un psiquiatra tienen dentro del conglomerado.

Debido a que no todos los psicólogos pueden medicar, y quienes lo hacen, requieren de estudios adicionales no asequibles a la mayoría, vale la pena recalcar que, un psicólogo no puede atender "locos o locas", o si usásemos de una terminología más adecuada, "personas con psicosis o con problemas de esquizofrenia" y, si acaso llegare a suceder, siempre es de consuno con un psiquiatra o en su defecto un médico.

Dedicarse entonces, a la psicología clínica resulta desalentador para aquellos quienes estudiaron esta disciplina con miras a mejorar sus ingresos económicos; en otras palabras, la psicología en nuestro contexto no es rentable.

Aún siendo gratuita la atención psicológica en muchas instituciones, tanto educativas como del sistema nacional de salud, las personas se resisten a buscarla, evitando así ser objeto de burlas y etiquetas peyorativas que los legos suelen utilizar.

Con todo lo antes expuesto, no desmayamos y continuamos con la misión de orientar y educar a quienes estén dispuestos a cambiar en pro del bienestar propio y colectivo, en una sociedad que adolece de desajustes emocionales evidentes en las interacciones diarias.

Precisamos de gente que soslaye el orgullo y esté dispuesta a someterse al proceso de "curación por la palabra".

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